jueves, 10 de mayo de 2018

El Gran Canal de la Margen Derecha del Ebro


Dicen que Franco ofreció a los belchitanos elevar las aguas del Ebro o construir un pueblo nuevo después de la guerra, eso dicen, aunque ningún historiador lo crea. La realidad es que los dictadores no ofrecen nada y que después se cuenta lo que interesa contar. Algo así sucedió con el Plan Hidrológico Nacional aprobado en tiempos del presidente Aznar y que más tarde el presidente Rodríguez Zapatero derogó por la vía rápida. Aznar soslayó argumentos y primó otros por simples intereses espurios. Por su parte Zapatero arrimó ascuas y sardinas y consiguió votos para su investidura, cambió el punto de vista del asunto y no solucionó nada a largo plazo.
El debate del agua en España ni mucho menos ha muerto, incluso por desgracia resucita cuando en abril de 2018 una riada extraordinaria azota las riberas del Ebro. Y ante la catástrofe, políticos del Levante y periodistas de Madrid o de Sevilla, enarbolan de nuevo los bienes de aquel Plan que las elecciones de 2004 y las mentiras del 11M tumbaron. Se atreven a decir que la catástrofe se hubiera evitado y que el Ebro arroja al mar el consumo de agua de toda la población española en un año. Cualquiera que haya leído algo de hidrología, del funcionamiento de los ríos, de sistemas de riego, de la agricultura de secano y la sequía, de geografía, de los desbordamientos históricos del río Segura, de los sistemas y costes de la producción eléctrica, del mundo rural, de la despoblación en Teruel, de la transformación de Los Monegros, de Ramón Pignatelli, de Joaquín Costa, de Manuel Lorenzo Pardo, de Félix de los Ríos, de su hijo Francisco de los Ríos Romero, cualquiera que conozca algo, digo, no puede utilizar el argumento de unas salvajes inundaciones para cuestionar la derogación de un Plan que desnudaba un santo para vestir a otro. Claro que la culpas se reparten, no toda la sinrazón está en esos creadores de opinión subvencionados, en esos politicastros bullangeros y populistas, ni tampoco en los ecologistas de salón, o en funcionarios y técnicos que quieren proteger antes a las piedras que a las personas. 
En Aragón también hay muchas culpas y mucho proyecto chapucero, mucho político desconocedor de la realidad cercana, que no asume el fracaso que supone cerrar la escuela de un pueblo, o las discriminaciones de la PAC, o la falta de iniciativa empresarial salvo cuando la pasta mana de la administración. Aunque tal vez lo más grave sea la escasa ambición, resignarse, conformarnos pensando que ahora los políticos catalanes todavía son peores, y subirnos por las paredes cuando la Justicia recupera las obras de arte del Monasterio de Sijena expoliadas por el supremacismo catalán, un supremacismo tremendamente favorecido por el franquismo; como lo fue al inundar Fayón o Mequinenza, al inundar territorio aragonés para beneficiar a la burguesía barcelonesa ávida de energía y mano de obra barata.  
Sin embargo, nuestros grandes proyectos, léase, comunicaciones del siglo XXI con Francia, creación de un tejido agro-industrial, conclusión de los regadíos del Alto Aragón, y un amplio etcétera, parecen persistir en un bucle infinito, y otros no alcanzan ni a eso, y el ejemplo surge de un proyecto que planteó uno de esos hombres que el sistema mediático madrileño desconoce, hablo de Francisco de los Ríos Romero (Huesca,1913–Zaragoza,1995). Un ingeniero cuya carrera comenzó ingresando en 1941 en el Instituto Nacional de Colonización en Zaragoza, y ascendiendo en 1946 a jefe en la Delegación Regional del Ebro. En cierta forma heredó el trabajo y el alma de su padre: Félix de los Ríos (Ciudad Real, 1879 - Caracas, Venezuela,1963) autor del proyecto de Riegos del Alto Aragón junto con José Nicolaú, sin olvidar el antecedente de Rafael Izquierdo, ni a Mariano Lacambra o Joaquín Cajal Lasala. Pero volviendo a Francisco de los Ríos Romero, digamos que no fue un mero alto funcionario en el organigrama del Ministerio de Agricultura de la dictadura, tuvo la iniciativa de pensar en futuro, careciendo de eso que achacábamos a los políticos aragoneses: la falta de ambición. Diseñó el denominado Gran Canal del Ebro (primera imagen del post) que a su vez se dividía en el Canal de Rioja por la margen izquierda, que beneficiaba a Navarra, Álava y Rioja; y en el Canal del Ebro de la margen derecha, que irrigaría Rioja, Navarra, Zaragoza y Teruel, con unas 184.000Ha. de nuevas tierras de regadío. Posteriormente los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro con simpleza lo calificaron de UTÓPICO.
Francisco de los Ríos redactó un parte del estudio titulado Avance del aprovechamiento integral del Ebro, plasmando ideas e ideales, fue en 1956 cuando continuaba en el Instituto Nacional de Colonización (que había sido creado después de la guerra civil y que desapareció en 1971 al fundar el IRYDA, que en 1995 -junto con el ICONA- pasó a ser la Secretaría General de Desarrollo Rural y Conservación de la Naturaleza) En 1973 ocupaba el cargo de jefe de la División Regional Agraria del Ebro y entonces plantearon –a imitación del trasvase Tajo-Segura- el trasvase del Ebro a Barcelona y por asociación a Valencia, Murcia y Almería; la actitud de Francisco de los Ríos fue la de no dudar en la defensa de los regadíos aragoneses frente al intento de apropiación y la inmensa voracidad del levante español.
 Desde este modesto blog me permito homenajear a don Francisco de los Ríos Romero, y la forma que encuentro, a parte de una sucinta biografía, es la de alabar su “proyecto utópico”, que a mi modesto entender resulta un calificativo tan peyorativo como injusto. La obra por la que abogó Francisco de los Ríos, es desde el punto de vista técnico, perfectamente posible en la actualidad, es más, la obra que me permito sugerir y que bautizo como GRAN CANAL DE LA MARGEN DERECHA DEL EBRO (una puñetera idea de http://alasombradelasabina.blogspot.com.es) también lo es. Estamos hablando de tecnología de construcción factible, de canales, tuberías, acueductos, túneles, bombas de elevación, energía solar y eólica, embalses, balsas de regulación, aspersores, sistemas de regulación automatizados, producciones y cosechas de materias primas de las que España es deficitaria. Sé que algunos argumentaran que no hacen falta más regadíos, que tenemos sandias todo el año, que los mercados están llenos de frutas tropicales, que Murcia y Almería son la huerta de Europa, que lo importante es el Cambio Climático, las avutardas, el mejillón cebra y la alondra de Dupont. Esos demagogos se responden solos, creen que plantar arroz en Ejea de los Caballeros es un derroche, que consume demasiada energía deshidratar alfalfa, que Los Monegros no producen miles de toneladas de maíz; y a la vez, esos mismos, simpatizan con TERUEL EXISTE, con los mineros de Ariño y los trabajadores de la Central de Andorra, son los que repiten lo del “impuesto al sol”, y apoyan una bucólica vida rural marchando en bicicleta.
Estos proyectos, en papel o en la pantalla de un ordenador, son técnica y económicamente verosímiles, y nunca alcanzarían –aunque no pondría la mano en el fuego- el precio del AVE Madrid-Barcelona (unos 9.000 millones de €) o el del Tranvía de Zaragoza (unos 640 millones de € para 12 kilómetros) Estamos hablando de unir el embalse de La Loteta a 280 metros sobre el nivel del mar con el embalse de Santolea a 581 msnm, de unos 150 kilómetros de conducción, de una elevación de 300 metros mediante molinos y placas fotovoltaicas de última generación, de dar vida y futuro a decenas de poblaciones. Y siempre desde el respeto a nuestros ecosistemas, eso es fundamental, pero hablamos de la riqueza que da el agua, del agua cercana y de costes perfectamente recuperables en tiempos razonables.
 El proyecto de Francisco de los Ríos Romero duerme el sueño de los justos, y ningún partido político, que yo sepa, lo ha recogido nunca en sus programas. Sé que algunas organizaciones agrarias lo estudiaron y que diversas personas con criterio propio han expresado que las aguas del Ebro podrían llegar un día a Belchite. Mientras esperaremos la elevación de aguas a Andorra pagada por el plan MINER, o las restituciones entre Caspe y Mequinenza. No es un problema técnico, ni tampoco económico, es político, es el buen gobierno y la utilización de los recursos en los lugares cercanos a su generación, creando así riqueza y fijando la población ¿no es esa la base de la sostenibilidad? ¿no es eso lo que queremos todos?