El último pasquín libre de Aragón ___ Un blog de opinión patrocinado por la máquina del fango ____ El escepticismo por principios___ Donde hay duda hay libertad ___ Este blog no está declarado bien de interés cultural___ "Zaragoza bulle como nunca antes había bullido" y otras chorradas de ese estilo____ No puedo decir que no estoy en desacuerdo contigo ____ Todo el mundo tiene un graduado escolar y los políticos zaragozanos una etiqueta de anís del mono ___ Buenas noches Clarice.
Escucho
uno de los discos de Transatlantic Sessions, folk de aires celtas, música
tradicional de Irlanda, Escocia, Inglaterra, Gales, USA, Canadá, música que
los emigrantes (para los de la “cultura” Woke: migrantes) llevaron de un lado a otro lado del océano Atlántico. Con el nombre de
Sesiones Transatlánticas se engloban una serie de programas producidos y emitidos en varias televisiones públicas: BBC
Scotland, BBC Four, y RTÉ (la TV irlandesa)
Mairéad
Ní Mhaonaigh (1959-)
es una violinista y vocalista de la seminal banda de música folk Altan,
cofundada en 1987 junto al que fue su esposo Frankie Kennedy (1955-1994). Ní Mhaonaigh es una
virtuosa del violín tradicional de Donegal (Mairéad procede del Condado
de Donegal, uno de los tres
condados del Ulster que no pertenece a la Reino Unido, es decir, al territorio de Irlanda del Norte o Belfast, por tierra está prácticamente separado
del resto de la República de Irlanda. La
cantante Enya también es de este condado) y está considerada como una
de las grandes cantantes en gaélico irlandés, o irlandés a secas. Como buena folky, no solo toca con el grupo Altan, también integró T with the Maggies, y String Sisters, y graba y actúa en solitario.
"Mo Iníon Ó", es el título de esta hipnótica nana. Mairéad Ní Mhaonaigh canta sobre su
hija y para su hija, “Mo Iníon Ó” significa simplemente “Mi hija”.
Una de esas grandes Canciones de Navidad (un villancico amargo y de picadillo) La mejor elección para el funeral de Shane MacGowan, su autor junto a Jem Finer (fundador de The Pogues con MacGowan)
Como Dios manda, así se despiden los irlandeses, en una iglesia católica y con las protestas de los curas cuando los asistentes se ponen a bailar delante del ataúd de mimbre de MacGowan.
Y sonó la voz de Glen Hansard y de Lisa O'Neill (rememorando el gran video de MacGowan con Kristy MacColl, fallecida de accidente en el 2000) también estaban los antiguos miembros de la banda: Jem Finer, Terry Woods, Spider Stacy, James Fearnley, y el gran John Sheahan (The Dubliners, con la flauta a sus 84 años)
MacGowan nació un día de Navidad de 1957, y murió el 30 de noviembre pasado, tras una vida de borracheras, whiskey, Guinness, rock con tabaco, punk con drogas, y folk con la inigualable voz de Ronnie Drew (The Dubliners) cantando "Irish Rover", o con el pop de Sinéad O'connor (que también falleció, ignoramos de qué, el mes de julio de 2023)
Era un tipo único para lo bueno y lo malo, letrista irreverente y triste, músico abrasivo, persona difícil, nos deja canciones que nunca olvidaremos los que amamos la belleza. Descanse en paz.
Ronnie Drew y Shane MacGowan cantado "Irish Rover", The Dubliners y The Pogues, un maridaje de folk irlandés y punk angloirlandés.
Cuento de Hadas de Nueva York /Fairytale of New York
Era
Nochebuena, nena. /It was Christmas Eve babe
En
una celda de borrachos. /In the drunk tank
Un
viejo me dijo que no vería otra. /An old man said to
me, won't see another one
Y
luego cantó una canción: /And then he sang a song
“El
raro rocío de la vieja montaña” /The Rare Old Mountain
Dew
Y
aparté la cara. /I turned my face away
Y
soñé contigo. /And dreamed about you
Tengo un golpe de suerte. /Got on a lucky one
y vino el dieciocho a uno /Came in eighteen to one
Tengo
la sensación, /I've got a feeling
de
que este año es para ti y para mi. /This year's for me
and youa
Así
que Feliz Navidad. /So
happy Christmas
Te
amo, cariño. /I love you baby
Puedo
ver tiempos mejores, /I can see a better time
en
los que nuestros sueños se hagan realidad. /When all our
dreams come true
Tienen
coches grandes como bares. /They've got cars big as bars
Tienen
ríos de oro. /They've got rivers of gold
Pero
el viento te atraviesa. /But the wind goes right through
you
No
es lugar para los viejos. /It's no place for the old
Cuando
tomaste mi mano por primera vez, /When you first took my
hand
en
una fría Nochebuena, /On a cold Christmas Eve
me
prometiste que /You promised me
Broadway
me estaba esperando. /Broadway was waiting for me
Eras
apuesto. /You were handsome
Eras
linda. /You were pretty
Reina
de la ciudad de Nueva York. /Queen of New York City
Cuando
la banda acabó de tocar, /When the band finished playing
gritaron
por más /They howled out for more
Sinatra
estaba cantando. /Sinatra was swinging
Todos
los borrachos cantaban. /All the drunks they were
singing
Nos
besamos en una esquina. /We kissed on a corner
Luego
bailamos toda la noche. /Then danced through the night
Los chicos del coro del DPNY, /The boys of the DPNY choir
cantaban “Bahía de Galway”. /Were singing “Galway Bay”
Y las campanas sonaban. /And the bells were ringing out
por el día de Navidad. /For Christmas day
Eres
un gamberro.
Eres
una vieja putilla de mierda.
Viviendo
ahí casi muerta con el gotero en esa cama.
A
veces la música sobrepasa el acto de tañer un instrumento o urgir una voz, es cuando
aparece la sensibilidad a flor de piel, la emoción a raudales que te mueve los
pies, es la comunión anímica y honesta, la interactuación con el que escucha, donde
el argumento sonoro resulta tangible y catártico. Este efecto lo consigue el
folklore tradicional, el FOLK, que en realidad es lo mismo, pero sin la parafernalia
recreacionista. El FOLK, la música popular, la música étnica, la música de raíz, la música tradicional, llámese como se
llame, lo logra; tal vez porque transita desde el antiguo acontecer del hombre. Carlos Nuñez sabe de sobras todo
eso, conoce y utiliza esas claves psicológicas e incluso místicas para
aleccionar a su audiencia; una audiencia entregada de anticipo, que
acude a un nuevo concierto sabiendo que será parecido y diferente al mismo
tiempo al del año pasado, por eso Carlos Nuñez llena teatros, por su
entrega y actualización constante del show.
Es el logro de los grandes, que en vivo suenen mejor que en disco, que dos
horas se pasen como dos minutos, y todo ello no surge de la improvisación, surge
del trabajo y del estudio, y de compartir escenario con notables virtuosos como
su hermano Xurxo en la percusión, con Pacho Álvarez a la guitarra, con Itsaso
Elizagoien a la acordeón, con María Sánchez en el violín y en la voz que conmueve,
y también la cantante Laura Padrino; y como guinda a este suculento pastel: el coro zaragozano Amici Musicae,
y la Banda de Gaitas de Boto Aragonesas, con el luthier y gaitero caspolino Pablo
Morales. Inconmensurable.
Así
es un concierto de Carlos Nuñez, pura catarsis, un procedimiento de
purificación que tiene lugar cuando los espectadores se
involucran en el destino de los músicos que interpretan bellas melodías. Es la correspondencia
con el artista, cuando el espectador libera sus pasiones sin miedo a posibles consecuencias.
“Los músicos tradicionales
saben que nunca es un compositor genial quien crea la música; se necesitan
muchos individuos, muchas generaciones”
“La música es energía y cambia, la música
mueve. Tocaremos con la libertad de los músicos tradicionales y aportaremos
nuestras personalidades y variaciones a la música”.
Mi abuela Josefa nació y se crió en uno de los lugares más agrestes del territorio de Los Monegros aragoneses, La Almolda, pueblo asentado sobre una loma y protegido de los vientos del norte. Desde sus calles se contemplan, hacia el sur, todos los barbechos, casi infinitos, esperando la lluvia, siempre la lluvia, y muriendo en unos pinares ralos y difusos; al fondo del paisaje, quizá, las últimas huellas de lo que fueron los montes negros. Se casó con mi abuelo, habitante también de uno de esos lugares de escalofrío paisajístico que era, y sigue siendo, Belchite. Mi abuela salió de Málaga y se fue a Malagón: una vida dura que hizo que llevase el sobrenombre de «la Barata», porque se tenía que ganar el sustento yendo de pueblo en pueblo trabajando de quincallera. Mi abuelo, que al parecer conservaba cierta alcurnia familiar, vivía de los productos que le daba un pequeño huerto en un lugar hermoso, donde el río Aguas Vivas se trunca, se rompe y acaba dando un pequeño salto, en cuya base las aguas se remansan. Se le conocía y conoce con el nombre de «el Pozo de los Chorros». De esa pareja nació mi padre, futuro seminarista en el seminario menor de Belchite, que se casaría con una muchacha natural de Letux. Aunque ella siempre se consideraba natural de Azuara.
(fragmento de "Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados", José Antonio Labordeta, 2009)
Todo comenzó en el verano de 2006, concretamente a principios del mes de julio. Durante aquellos días, mi mujer; su madre, Sabina; mi hija Ángela y Santiago, mi yerno; mis dos nietas y yo nos habíamos quedado en una casita a las afueras de Zaragoza para, entre otras cosas, soportar algo mejor el calor y darles a las niñas un espacio de libertad que difícilmente se encuentra en la ciudad. Aquel domingo hacía tanto calor que el paisaje se vislumbraba ciego, sin perspectiva. Sin embargo, en lugar de tomar un gazpacho y unos buenos vasos de agua, nos comimos una paella, nos bebimos media botella de vino y no prescindimos de alguna cerveza a la hora del vermú.
En aquellos días yo me consideraba un hombre feliz. Era un abuelo al que ya no le quedaba mucho tiempo para jubilarse y soñaba con esos años de no hacer nada: nada de nada que no me apeteciese. Como digo, aquel día habíamos comido en exceso y pronto caí vencido por el sueño. No recuerdo qué soñé, pero sí recuerdo el rumor sordo de aquel lugar en las tardes calurosas, la luz colándose tímida a través de las contraventanas cerradas a cal y canto y los ecos de las voces de mis nietas que llegaban desde el jardín. Mi intención era la de permanecer en la cama durante el tiempo exacto que se prolongase la siesta, pero tristemente no fue así. De repente, la nebulosa comenzó a adquirir tono de realidad y decidí que ya era hora de sumarme al mundo de los vivos. No pude, ya que cuando quise incorporarme me di cuenta de que era incapaz de estabilizarme; pensé en mis cervicales, que años atrás ya me habían jugado alguna que otra mala pasada. Y tanto en aquella ocasión como en ésta no podía moverme, ya que si lo hacía sentía que el mundo que me rodeaba era un mar bravío que pretendía engullirme. Cuando me sucedió la primera vez, el médico, más amigo que doctor, me dijo:
—Esto es cosa del café y del tabaco. José Antonio, tendrás que dejar ambas cosas. Siempre había sido un adicto al tabaco. De hecho, era de los que podía acostarme y levantarme fumando Ducados. El tabaco formaba parte de mi vida, una parte fundamental que se había construido calada tras calada a lo largo de muchos años. Sin embargo, debido a este percance, a los cuarenta y ocho dejé el tabaco. Pero no pude con el café. En aquello días, mientras permanecía inmóvil en la cama, pensé en que casi con toda seguridad a mis setenta y un años tendría que dejar el café, cosa que me iba a costar un verdadero esfuerzo, porque del café me gusta todo: aroma, olor, sabor, discurso, lugar... Pero no fue así. El médico vino a casa, me hizo unas pruebas y me dijo:
—Son las cervicales.
Después se sentó junto a mí en la cama, me recetó unas pastillas y me dijo que no estaría de más que me hiciera unos análisis.
—¿Hace cuánto que no te haces un reconocimiento? —me preguntó.
—Tres, cuatro años —dije.
—No hay más que hablar.
Nunca me han gustado los análisis, pero qué íbamos a hacer. Los días fueron pasando y las cervicales mejoraron. Ya habíamos vuelto a Zaragoza y yo creía encontrarme fuera de todo peligro, deseoso de cerrar la casa y marcharnos a pasar el verano a Villanúa, como todos los años. Villanúa es un pueblo ubicado en el Pirineo aragonés, al que subo cada verano desde hace treinta y ocho años: para mí es como un pequeño paraíso, un retiro. Era un miércoles cuando bajé al ambulatorio Ramón y Cajal y la hermana de mi yerno, ATS en el citado centro, me extrajo la sangre con sumo cuidado y me dijo que en cosa de un par de horas tendríamos los resultados.
—Vuelvo sobre las doce —le dije.
—Perfecto —sentenció ella.
A las doce en punto me estaba esperando. Seria y con rictus dolido.
—José Antonio, ¿tú sabes lo que es el PSA? —me preguntó.
—¿No voy a saberlo...? —le dije—. Si lo fundamos entre Emilio Gastón y yo, junto a las gentes de Andalán.
—Pues este PSA no tiene nada que ver con aquél —dijo—. Y además, lo tienes altísimo.
Ana, así se llama la hermana de mi yerno, me dijo que lo mejor era que me quedara en el ambulatorio, que iba a ponerse en contacto con un urólogo. Mi mujer, Juana, y yo nos quedamos sentados en una de las salas que hay en la primera planta del ambulatorio sin saber muy bien qué decir ni qué hacer. Juana llamó a una de nuestras hijas y con una serenidad forzada le explicó lo que estaba pasando, le habló del PSA y de la próstata. Yo estaba callado, pensando en que para mí el PSA era el Partido Socialista de Aragón y no unas iniciales que marcaban unos indicadores tumorales. El Ramón y Cajal es un edificio frío construido en el año 1962 por el arquitecto García Mercadal; está construido en ladrillo visto y es enorme, simétrico y demasiado frío. Sentado en aquella sala me dio por pensar en el edificio y decidí que a pesar de ser obra de García Mercadal a mí el Ramón y Cajal nunca me pareció un edificio notable; en aquellos momentos me resultó especialmente triste. Ana apareció enseguida.
—Te va a atender un urólogo que se llama Ángel —me dijo—. Y además es uno de los buenos.
Resultó ser uno de los mejores: hijo de una muy buena amiga y sobrino de una mucho mejor amiga, con la que en su día habíamos combatido por la democracia, la libertad y la ecología. Con Ángel me entendí pronto y pronto me dijo que las cosas no pintaban bien. Me citó para el día siguiente. Aquella mañana mi mujer y yo abandonamos el Ramón y Cajal con la sensación de que habían sucedido muchas cosas, pero sin entender muy bien la dimensión de esas cosas.
—Me voy hacia casa —me dijo Juana—. Mi madre estará de los nervios. Por aquel entonces mi suegra tenía noventa y siete años y estaba en un estado bastante delicado, debido a una demencia senil obsesiva, que a punto estuvo de volvernos locos.
—Yo prefiero ir a tomar un café —le dije, y ella me besó. Hacía años que no me daba un beso en mitad de la calle. Mis pasos se dirigieron hacia el café Levante, para mí el más hermoso de Zaragoza, y finalmente opté por un pincho de tortilla y una caña. En el Levante siempre me he encontrado muy a gusto y aquel día quería un sitio de esos de toda la vida. Me quedé en la barra, atrapado por el reflejo de sus vidrieras y colgado en alguna de las fotografías de sus paredes, y pensé que la vida valía la pena, a pesar de este nuevo compañero de viaje del que apenas sabía nada.
—¿Cómo va la salud, Labordeta? —me preguntó un asiduo del Levante.
—Regular, gracias a dios —le dije, y di un sorbo a la cerveza.
Me supo magnífica.
(fragmento de "Regular, gracias a Dios", José Antonio Labordeta, 2010)
José Antonio Labordeta Subías y La C.O.M.E. (Cooperativa Musical del Ebro, en Segura de Baños -Cuencas Mineras, Teruel- con Ángel Vergara al acordeón, gaita y flauta; Paco Medina a la guitarra; Juan Carlos Ferrández Escribano, Juanito, en la percusión (fallecido en mayo 2022), Ignacio Fernández al bajo eléctrico)
Eran los años 80 del pasado siglo, en tractor y remolque enramado a la Virgen de la Aliaga en Cortés, la comida a orillas del pantano en Alcaine, y la vuelta de la misma guisa, pero con menos ramas, por Segura; un concierto para recordar, auténtico, entrañable, como el documental LABORDETA, UN HOMBRE SIN MÁS.
“Blowin’
in the wind” (El viento que sopla) puede que sea el origen de todo, el paradigma
de la canción protesta.
En
la España de comienzos de los 60 no sonaba en Radio Zaragoza, ni tan siquiera
después en la radio de la Base, y menos en la oscura calle Aben Aire, o en un
cuarto piso en las Delicias, hasta que Amstrong pisó la Luna y descubrí una
canción de misa en la Iglesia de Begoña.
Eso
pensaba, no sabía quién era Dylan y que alguien había traducido “Blowin’ in
the wind” al castellano, tampoco sabía quién era Pete Seeger o George Brassens,
no sabía tantas cosas.
Unos
tipos con pelo largo y guitarra la cantaban con el beneplácito de don Benito y
don Ignacio, yo era más de Violeta, Arrúa y Diarte, tan revolucionarios e
irreverentes unos como otros, y es que los tiempos estaban cambiando, y eso
también lo decía Bob Dylan en inglés.
Cuando
pudimos (con mi hermano) compramos el Vanguard y el cassette de “Labordeta en
Directo” y en 1976 “Desire”, y “Street Legal” en el 78, y nos dieron un póster
de Dylan sentado en una escalera con pantalones blancos, años lo tuvimos en la
pared, ¿dónde coño estará?
La
letra de “Blowin’ in the wind” sigue siendo una bella letra, y tan actual como
entonces, habla de “la respuesta”, esa respuesta, amigo mío, que está en el
viento, no en los libros o la televisión, solo en el viento. Muchos dicen dónde
está "la respuesta", pero no les creo, sigo creyendo que
se mueve como una hoja de papel inquieta, que sube y baja, el problema es que nadie entiende la respuesta cuando está al alcance de la mano, y aunque, mucha gente la
reconozca al verla, termina yéndose con el viento, y es que “la respuesta” es
tan obvia que pasa por delante de tu cara y no la ves, una respuesta tan intangible
como el viento. En resumen: solo tengo 21 años y sé que hubo demasiadas guerras.
Eso
decía y sigue creyendo Bob Dylan, y en la parroquia de Begoña sonaba muy fuerte, a vientos de
cambio, al florecer de la vida, a la muerte de Franco, a las tejas en las
paredes, a los curas progres, a los obreros en la huelga, no, no era una
canción más de misa, era una canción protesta contra los de la negra sotana.
Un letra que vale un premio Nobel.
Del cómic: BOB DYLAN REVISITED “Título original: “Bob
Dylan Revisited” Primera edición:
Octubre de 2010. Textos originales de
las canciones Blowin’ in the Wind (Bob
Dylan)
Estás en La, la otra en Do, polvo, niebla, viento y sol.
Cae la tarde, la lluvia empaña el cristal,
Llega otra plaza, cantando a la soledad.
Viejas y arcillas, leñeros de Albarracín.
Suena la Albada, aquel catorce de abril.
Banderas rotas, de puño y de libertad.
Agosto en Jorcas, rosas de fraternidad.
Camino y manta, la guitarra hay que plegar.
Luz en el pecho, que ya se escucha la mar.
Venga vamos Labordeta, que nos espera el furgón.
Estás en La, la otra en Do, polvo, niebla, viento y sol.
Venga coño Labordeta, que nos espera el furgón,
y ya no está, tu vozarrón, a la mierda esta canción.
“Querido Labordeta” Letra y música de Joaquín Carbonell.
Con el acompañamiento en la voz de Eduardo Paz, y Eugenio
Gracia con la gaita aragonesa sin vestido y piel de culebra, Miguel Isac a la
batería. José Luis Arrazola con las guitarras. Alberto Artigas al laúd y la
bandurria. Josu Ibiena con el acordeón. Noelia Gracia al violín. Javier Ansó
con el bajo eléctrico.
“...la Gran Inscripción al dios
céltico Lug del santuario de Peñalba de Villastar (Teruel) tiene una clara
intención artística, por su métrica y ritmo... Sería uno
de los ejemplos más destacables de poesía - y por tanto probablemente música -
de los celtas de la Antigüedad. Las trompas celtibéricas que se han conservado,
también nos pueden dar pistas hacia esas músicas del pasado, tal vez más
próximas a las tradicionales actuales de lo que podríamos imaginar..."
"Aunque en el
oeste peninsular (desde el sur hasta Galicia) hay varias representaciones de
liras mediterráneas y escudos de tipo irlandés de la Edad del Bronce, la Estela
de Luna (Zaragoza), es sin duda la mejor representación. Hasta san Patricio
relacionaba Hiberio (Irlanda) e Hiberia y hasta el siglo XIII los irlandeses
decían que su isla se llamaba así por el río Ebro, de donde venían. De Hiberio
a Hiberia, de Irlanda al río Ebro, al «otro lado», la «otra orilla»..."
"Es incluso
defendible que la Jota sea evolución de los "1s y 0s " con que los
últimos bardos británicos representaban sus patrones de acordes dobles, que
quizá ya se usasen en liras como las de las "estelas de guerreros".
Algunas de ellas contienen muestras de la que sería la más antigua lengua celta
encontrada ("la lengua celta es indoeuropeo hablado con acento
ibérico") y apuntarían a la existencia de bardos celtas en la Península
mil años antes que en Irlanda"
"Cuando empecé a tocar la flauta a los 8 años, la gaita fue el paso
natural, yo nací en el norte de España, en Galicia. mi mamá es madrileña, y mi
papá gallego. Al nacer en el norte el paso natural fue la gaita. Si hubiese
nacido en el sur, tocaría la guitarra flamenca. De chico siempre me fascinó
todo esto de las músicas celtas, de poder conectar Galicia, Asturias, con
Irlanda, Escocia, Bretaña, Gales. Cuando empecé a girar con mis maestros de The
Chieftains, ellos ya estaban en un momento muy grande. La banda y la música
celta se pusieron muy de moda, entonces tenían acceso a grandes artistas de
rock. Un día grabamos con Sinead O'Connor, con los Rolling Stones grabamos
música una canción irlandesa. Otro día estuvimos con Sting cantando en gaélico.
Fuimos con Ry Cooder a Cuba a grabar las músicas de los gallegos de allí.
Así fue mi escuela con los Chieftains. Lo que se llamaba el crossover, en los años
noventa. Fue todo una educación para mí. Yo estudié música clásica, música
tradicional, la oralidad y la escrita. eso quizás me dio una visión, de
cómo todo esto está interconectado. "
"Recuerdo la primera vez que visité
Estados Unidos con The Chieftains a un concierto en el Carnegie Hall de Nueva
York, era el 50 aniversario de The Who, hicieron una gran fiesta y estaban
Pearl Jam, Spin Doctors, Alice Cooper, Sinead O'Connor. Tocamos y grabamos con
The Who. Tocamos con Bob Dylan en Japón en un encuentro organizado por la
UNESCO, una cosa maravillosa, y además con artistas de todo el mundo como Bon
Jovi. Un día Sting decidió grabar con The Chieftains una canción
irlandesa.Compartí con músicos fantásticos y aprendí muchísimo de esas
experiencias."
"La música celta no es producto de la imaginación de los
siglos XVIII y XIX, no es invención de los románticos, sino una continuación de
miles de años, que ha quedado viva y que se ha adaptado para sobrevivir.
Alcanzó íconos de popularidad diferente, lo celta se hizo conocido mediante la
historia de Merlín, a través de la literatura, en los siglos XVIII y XIX se
pone de moda lo celta y hasta Beethoven la usó de inspiración. Además lo celta
está en el mundo hispánico, aparece en la península Ibérica, aparecieron
inscripciones celtas en placas de bronce con grafía latina. Todo eso viajó a
Latinoamérica, los españoles y los portugueses la llevaron a América y en el
castellano actual hay palabras de origen celta, como perro, como centolla,
también las gaitas viajaron a América latina. La gaita acabó desapareciendo y
fue el antecedente de la guitarra y del acordeón. En el sur de Brasil llaman
gaita al acordeón, la música celta está en el chamamé."
"La música
celta está conectada a las leyes de la naturaleza, a las leyes más caprichosas
de la naturaleza. Las afinaciones, los modos tienen relación con los estados de
ánimo, con los ritmos antiquísimos, a través de la tradición se ha mantenido la
herencia celta. La música estándar tiene una raíz alemana, es muy ordenada, en
cambio la música celta es más antigua, son músicas anteriores que conectan con
la naturaleza. Hay alboradas que son músicas que se tocan en el amanecer. La
humanidad va ganando unas cosas, unos sistemas, pero nos desconecta de la
naturaleza. En ese sentido, la música celta te vuelve a conectar, conecta con
cosas muy antiguas de la humanidad. Es una ventana a cosas muy profundas
nuestras."
"Green Lands" (Tierras verdes) es un pieza musical de Dan Ar Braz (Quimper, Bretaña, 1949-) cantautor francés que en 1994 la publicó en el disco Theme for the Green Lands. El tema ha sido versionado por múltiples artistas, el gran Carlos Núñez entre ellos, y se convirtió en una especie de himno de las naciones celtas. Concepto romántico que engloba una serie de músicas y tradiciones de una lejana e indefinida herencia común, en realidad lo "celta" es la voluntad querer ser "celta", y así se consideran en Irlanda, Gales, Escocia, Bretaña, o Cornualles, pero también en Galicia o Asturias y podrían en muchos otros territorios de los actuales Estados de Francia, Italia, Portugal, Alemania, Austria, etc... hasta Aragón se impregna en los orígenes de la cultura celta.
La indolencia, el hastío, el total abandono, todos los verbos viejos saldrán en tu auxilio, una flor en la acera, una canción sin tono, será como un desahucio, será como un suicidio. No se mueve una hoja, en la espera del cosmos, mientras alguien se besa, un niño va a la guerra, amar en ensuciarse, hasta sellar con plomo, las heridas que gritan, cada vez que se cierran. Encontré en lo más hondo, el deseo sin freno, una prisa más torpe que la sed del viajante, me dejaste subir, desde el sur a tu seno, y me perdí camino de una boca ambulante. Y era la madrugada, y aún quería soñarte, se escapan las estrellas, que volcaron su lumbre, volverán las miradas, que no quise cobrarte, no me olvides princesa, cuando esto se derrumbe. Serás la favorita, una novia sin boda, los bancos nos invitan a sentar la cabeza, la pasión se derrite, el blues no está de moda, quedate en mis heridas, curame la tristeza. No serás la señora, de un reino almidonado, no podré regalarte las flores de la dula, solo poseo un verso, torpemente rimado, un pasado perdido, una fruta madura. Era la madrugada, y aún quería soñarte, se escapan las estrellas, que volcaron su lumbre, volverán las miradas, que no quise cobrarte, no me olvides princesa, cuando esto se derrumbe. Era la madrugada, y aún quería soñarte, se escapan las estrellas, que volcaron su lumbre, volverán las miradas, que no quise cobrarte, no me olvides princesa, cuando esto se derrumbe. No me olvides princesa, cuando esto se derrumbe. No me olvides princesa, cuando esto se derrumbe.