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miércoles, 19 de febrero de 2025

Descubrimiento trimestral: Les Rita Mitsouko

Un grupo francés que conozco cuando ya no existen, a veces pasa.
Fueron un dúo de pop-rock ochentero, que perduró por su gran calidad. Pareja fuera del escenario, y originales hasta en el nombre. 

El temazo:
C'est comme ça  (Así son las cosas)


Ella: Catherine Ringes, y sigue en la brega.
Él: Frédéric Chichin (falleció en 2007)




lunes, 22 de julio de 2024

Bruce Springsteen, Hungry Heart y el café Eckstein.


     
Berlín, capital de la República Democrática Alemana, julio de 1988, Springsteen y la The E Street Band en la gira Tunnel of love Express Tour tocan cuatro horas ante 160.000 personas (en el velódromo Radrennbahn Weissensee con capacidad para 120.000, oficialmente vendieron 100.000 entradas, otros dicen que muchos se colaron y había 300.000, aunque las entradas costaban 19,95+0,05 marcos de la RDA, al cambio de entonces 100 pesetas, al de hoy 1 €) El Muro comenzaba a temblar, la libertad corría por el aire.

Para los alemanes orientales Springsteen era un héroe de la clase trabajadora, un símbolo obrero, y los dirigentes de la RDA quisieron venderlo como uno de los suyos en un concierto a favor de la revolución sandinista de Nicaragua, ante eso a mitad de concierto Springsteen contestó en un alemán macarrónico: “Es genial estar en Berlín Oriental. Quiero decirles que no estoy aquí a favor o en contra de ningún Gobierno. Vine a tocar Rock and Roll para los berlineses del Este con la esperanza de que algún día todas las barreras se hayan derribado”, para a continuación cantar “Chimes of Freedom” de Bob Dylan (“Campanadas de Libertad”, una canción protesta que habla de los oprimidos y los rebeldes) Había sido la Juventud Libre Alemana (FDJ, la organización juvenil del Partido Comunista) quien organizó la entrada de Springsteen en el país (antes habían actuado, decepcionado al público: James Brown, ZZ Top, David Bowie, Joe Cocker, y el mismo Bob Dylan) pero 1988 era diferente, Springsteen era diferente, y en aquellos meses la gente portaba en la solapa chapas con la imagen de Mijaíl Gorbachov (1931-2022) Tal vez sea el concierto más famoso de Springsteen, y tal vez de ahí venga su relación especial con Berlín.

16 meses más tarde -9 de noviembre de 1989- el Muro de Berlín cayó. 

En el verano de 1995 la compañía de discos Columbia Records (de CBS, ahora propiedad de Sony Music) decide volver a grabar el tema Hungry Heart en un videoclip (y no eligen Berlín por casualidad pasando por debajo de la Puerta de Brandeburgo con un descapotable) era el relanzamiento comercial de un éxito, al parecer acompañado de la peregrina idea de Springsteen de girar por clubs tipo Costa Este norteamericana tocando con grupos locales. La canción había aparecido en octubre de 1980 en The River, el quinto LP de Springsteen (álbum doble se decía entonces, tenía 20 canciones, y fue producido por el propio Springsteen, Jon Landau, y Steve Van Zandt) El artista de Nueva Jersey la compuso a petición de Joey Ramone (1951-2001) de RAMONES (los creadores del punk estadounidense) pero Springsteen no se la regaló como hizo con Because the Night a Patti Smith (1946-), el crítico musical, productor discográfico y después manager de Springsteen, Jon Landau (1947-) se lo impidió. El título del tema, la letra lo dudo, está inspirado en un poema de Alfred Lord Tennyson (1809-1892, poeta inglés posromántico, muy reconocido en el mundo anglosajón) y concretamente en el verso: “porque siempre vagamos con un corazón hambriento”, de su obra “Ulises”, que narra la epopeya descrita por Homero en la Odisea.

En los años 80 surgió el videoclip musical como parte de la industria discográfica y de consumo, era un cortometraje con la excusa de poner imágenes a una canción, por supuesto ya estaba inventado años antes, pero sin el mismo éxito. Uno de los culpables de aquel “melocotonazo” fue la MTV, el invento de una cadena de TV musical que triunfó masivamente, y cuando salió al mercado The River todavía no estaba tan de moda el videoclip y no se hizo de Hungry Heart, en 1995 sí, la canción tenía recorrido y otra vuelta de tuerca (entonces las discográficas eran inmensamente ricas, llenaban las bañeras de los artistas con leche de burra) y los jóvenes de aquella década, influidos por la anterior (y estos a su vez por la anterior en un bucle infinito) entendían que la música era algo más que música (entiéndase por transición política, forma de ver el mundo, de vivir y de pensar) y las grandes compañías internacionales vieron el negocio, no era “moco de pavo” empresas como la RCA, la CBS, la MCA, PolyGram, Emi, Epic, etc… hoy han muerto absorbidas y reabsorbidas en beneficio de Spotify y YouTube.  Entonces los omnipresentes directivos decidieron filmar un videoclip en Berlín de Hungry Heart (quiero suponer por esa relación especial de Springsteen con Berlín, parecida a Barcelona) y lo hicieron el 9 de julio de 1995 en el Café Eckstein. En el video Springsteen canta con el músico alemán Wolfgang Niedecken (Colonia,1951- famoso a finales de los 70) y su banda Leopardefellband, es la llamada versión BERLIN’95 para diferenciarla de la versión de The River, aunque en realidad sea la misma grabación de 1980 (con la The E Street Band) añadiendo por debajo el sonido del público berlinés que asistió al evento (se reconoce en la voz de los otros temas que grabaron en un DVD, supongo que pirata) aquella noche de verano Springsteen estaba en su salsa, pero no le respetaban sus cuerdas vocales.

En el EP, y luego en el CD, y el DVD posterior del concierto con Wolfgang Niedecken & his band, interpretan varias veces Hungry Heart, y también la primera ocasión que Springsteen hace una versión de Knockin’ on Heaven’s Door de Bob Dylan (tema de la banda sonora de la película “Pat Garret y Billy the Kid”, Sam Pekinpak, 1972)

Los directores del videoclip fueron: Rudi Dolezal (Viena,1958-, que trabajaron nada menos que con The Rolling Stones, Frank Zappa, David Bowie, Michael Jackson, Queen, Bon Jovi, Miles Davis) y Hannes Rossacher (Steyr, 1952-, socio de Dolezal en la empresa DoRo Produktion con sede en Viena, el nombre artístico de los dos juntos es Tropedo Twins, y solían colaborar con cadenas de lengua alemana: ORF, ARD y ZDF) de las localizaciones el encargado fue Timothy Tremper (1966-, guionista y director de cine alemán)

Una gran canción, un gran video, y algo más que un café y una ciudad.


















lunes, 17 de junio de 2024

Bruce Springsteen y el bloguero impenitente.

¿A quién se le ocurre empezar por los fríos de Cardiff?, y de Belfast, Cork, Dublín, Sunderland (en el norte de Inglaterra) hasta que le cascaron la voz, pobre, mejor un mes de mayo en España que cien en Irlanda o Gales, o por el sur de Francia, y hasta por la Lombardía, pero las cosas son así, y El Boss tuvo que posponer el concierto de Marsella (con el público en la grada) Praga y dos en Milán, 10 días de reposo y baja médica (supongo) Y con el miedo a la cancelación reanudó la gira el día 12 de junio en el Civitas Metropolitano de Madrid.

Al bloguero impenitente, su estimada hija, consigue y le regala dos entradas para el 14 (no tan fácil como parece, el año pasado fue imposible y me niego a la reventa ilegal y abusiva) el viernes a las 9 de la noche, esa es mi cita con “el tipo que trabaja conmigo”, ese que me acompaña cuando estoy harto de madrugar, de darle vueltas al volante, de aguantar lo que se tiene que aguantar, e iniciamos la peregrinación, mi camino de Santiago particular en busca de la constatación que espera la tira de los años, al menos 25, cuando en 1999 visitó mi ciudad, Zaragoza, y no fui a la Romareda, miles de golpes en el pecho desde entonces.

Solo por el temor a los atascos madrileños, llegamos para ver cómo se llena el nuevo campo colchonero (al parecer, hoy los dueños del Real Zaragoza, que con perras, o deudas, chufletes) y palpamos la expectación entre los que quieren estar en primera fila, oímos los ensayos desde fuera, y solo con un cuarto de hora de retraso (Bruce es gente seria) saludo al artista por primera vez en persona (entre la vorágine de 50, 60, o 70.000 personas, que no consigo saber la cifra, de fans, curiosos, amantes de la música en directo, de beber cerveza y cantar a la par con otras almas)

Desde mi amor incondicional a Labordeta, a Carbonell, a la Bullonera, a Paco Ibáñez, a los Beatles, a Elvis, a Miguel Ríos, a la música tradicional, al rock and roll, a Pink Floyd, a la Banda de Encinacorba, a Bob Dylan, a las jotas, a los gaiteros y dulzaineros, a los bailes de los pueblos, entiendo y comparto que: “La música puede distraerte un rato de tus penas; la música puede consolarte ante tus penas; la música puede expresar tus penas, y, a veces, la música puede lograr hacer algo para superar tus penas” , esas penas que cargaba Pete Seeger, es quien lo dijo, esas penas que cargamos todos, seamos o no conscientes de ellas, y algunos como Bruce Springsteen las narran sin reparos: el final de la carretera, la angustia ante la muerte, la libertad ausente y peligrosa, la noche y la justicia, el devenir de nuestras vidas, el amor combatiendo a la tristeza.

Dicen que su segunda noche en el Metropolitano madrileño es mejor que la primera, leo después en Facebook, donde al parecer haberle visto no sé cuántas veces o tener 74 tacos de almanaque es tema primordial. No puedo comparar con otros conciertos, si estuvo bien o mal, el caso es que no me defraudó, en absoluto, y no las tenía todas conmigo por lo de la afonía, y además, como ocurre con los escritores de novelas, las últimas suelen ser las peores. Eso sí, tengo y he visto cantidad de videos (añádase YouTube) y sé que en Directo no es ni parecido, en Vivo es cuando aprecias el valor del artista, cuando ves el empaque de Ray Charles, de Carlos Núñez, de la Orquesta Mondragón, de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés cantando en un banco del Parque Grande tras cerrar el Pabellón Francés la policía. De otros no podría decir lo mismo,  que ni trasmiten ni cantan, ni encandilan ni vibran, y en eso Bruce gana a los demás, tiene el oficio de los clubs, de los músicos que se ganan el pan en una furgoneta, que saben componer, que entienden lo que busca su público, y cuando las grandes compañías de discos se diluyen por el sumidero empresarial, un Bruce, y otros que también lo saben, llenan estadios de futbol tres días en una misma ciudad, y ante aquellos  sumideros, ahora los mediáticos, que solo aprecian el fácil titular o el estereotipo rockero que nunca ve algo más allá.

El Nobel se lo dieron a Dylan, también se lo podían haber dado a Springsteen, y a Labordeta, y Carbonell, y a Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, o Joaquín Sabina, adrede o sin querer hacerlo, se lo dieron a todos los que con la música y la letra hacen vibrar lo más profundo.