Mi
hija me recomendó que viera Breaking Bad, reconozco que dudé de su gusto, pensaba
que no podía ser gran cosa, acababa de ver entera THE WIRE, a la que había
llegado sabiendo de ante mano que era una serie de culto, que era de esas obras
maestras aclamadas después de un tiempo, que no llegó a alcanzar gran éxito
comercial y que por eso mismo se asemeja más a un exquisito bocado que a una
comida pantagruélica. Sabía que Breaking Bad había recibido un buen capazo de
premios, que en determinados ambientes, los universitarios por ejemplo donde
deambula mi hija, tenía gran predicamento. Sabía que la emitió ARAGÓN TELEVISIÓN los jueves a la 1:30 de la
madrugada –Bravo por los programadores, seguid con las jotas, las vaquillas y
el peloteo a Belloch, Rudi y Biel, a ver
si hay suerte y os pasa como a los de CANAL NOU- y no completa, al menos las
últimas temporadas. Me sonaba la cara del protagonista, por la serie MALCOM IN
THE MIDDLE, por ARGO y alguna otra película más. En resumen no esperaba nada de
otro mundo, después de THE WIRE y de los elegíos de Vargas Llosa ¿Qué se puede
pedir más en una serie de TV?
Vimos
juntos los primeros 3 episodios, a ella
no pareció entusiasmarle una trama con el desierto de fondo, la droga, la
mentira, las relaciones límites, el borde del precipicio en cada episodio,
Kafka en su más pura esencia. Yo venía de ver Dickens, porqué THE WIRE es
simplemente Dickens, pero en la segunda y tercera temporada el mundo kafkiano
de Walter White se transforma en algo más profundo, más inquietante, más
paradójico. Te comienzas a preguntar por la sensatez de sus actos, si son
correctos o no lo son; crees entender la incomprensión de su esposa, aunque no
la compartas; observas la obcecación de su cuñado policía; te revuelve el
estomago la estupidez de la droga; el niño asesino; la muerte por un vómito; la
cotidianidad enmascarada. Es todo un cúmulo de escalofríos recurrentes que
acaban mellando la asepsia del espectador para transformarte en un cómplice más
de la trama. Acabas preguntándote por la maldita intención de los putos
guionistas, por el morboso laberinto de Vince Gilligan.
La
prueba del algodón para una historia de ficción es que sea capaz de crear
empatía hacia los personajes, o de crear odio, da igual, lo que sea, que
contemples con emoción el discurrir del cuento, de la leyenda, de la novela. Tu
comportamiento ante ese discurrir de los hechos dependerá de tus propias
justificaciones internas ¿Qué habrías hecho en su lugar? ¿Cómo reaccionarías
sabiendo que tienes un cáncer terminal?
En
el fondo surge el viejo dilema: ¿El fin justifica los medios? Y aquí entramos
en lo que subyace en una aparente serie de televisión creada para pasar el
rato, son los temas transcendentes que se disimulan con la dosis justa de acción
para contentar al espectador poco exigente. Es el paso de Kafka a Shakespeare o
a Cervantes, donde el bien y el mal pelean, donde la cordura y la locura van
de la mano, donde el Quijote, Sancho, Hamlet o Macbeth se confunden, donde las
formas son solo formas y el mensaje se encuentra en tu interior, donde las
lecturas se bifurcan y bifurcan, como en EL PADRINO, como en 2001, como en
DERSU UZALA o el SÉPTIMO SELLO.
Mi
lectura de los personajes, tan valida como cualquier otra:
-Walter
White: Podría haber sido el protagonista de América o de El Castillo de Kafka. Vive en un círculo cerrado por él mismo, donde
conscientemente quiere salir y su psique no. Al principio pensé que Bryan
Cranson no encajaba en el papel de un profesor de química amargado y enfermo de cáncer, con un hijo disminuido y
su mujer embarazada a una edad desaconsejable, obviamente es otro ¡Zas en toda
la boca! de los creadores. Su personalidad se balancea entre un tremendo
orgullo y unas desmedidas ganas de escapar de la mediocridad y el fracaso. ¿Quién
no se siente menospreciado por las circunstancias? ¿Quién no cree que está
insuficientemente valorado por sus
jefes, por la familia, por la sociedad? Tal vez haya un porcentaje de
millonarios sin escrúpulos, de políticos corruptos en blanco o en negro, de
periodistas deshonestos, de famosos no sé por qué, que piense que la vida hizo
justicia con ellos, aunque seguramente para esta calaña todo es poco. Los demás
somos gente corriente que solo soñamos. WW es capaz de asumir su muerte como un
hecho tan natural como la vida, con una visión científica e higiénica, pero no
puede soportar la responsabilidad de una familia que le sobreviva.
–Skyler
White: Tal vez
el personaje más
verosímil de la serie. Estoy seguro de conocer a una persona que reaccionaria
de forma similar frente a acontecimientos vitales tan traumáticos, aunque: ¿quién
sabe cómo puedes reaccionar ante el incendio de un cine si nunca te ha ocurrido?
Anna Gunn le da al personaje una solidez asombrosa, su imagen elegante, bella, rígida,
inamovible en sus conceptos. Una gran actriz.
-Hank
Schrader: Es el típico gracioso
sin gracia, típico engreído
con éxito laboral sin merecerlo, típico ególatra incapaz de bajarse del burro,
típico cuñado que pasa del amor al odio. Es creíble en su papel de policía que
siempre llega tarde, y que por una vez resuelve un caso y no solo certifica una
muerte. Dean Norris pasa de recibir patadas en la boca de Chuck Norris a
interpretar al partener del malo, porque no hay un gran malo sin un gran bueno,
o eso al menos es lo que siempre nos hicieron creer.
–Walter
White Jr: Un personaje condicionado por la circunstancias del
propio actor, hacen que su papel resulte vacío y poco importante en la
historia, aunque su reacción final de odio ante su ídolo caído sea totalmente
comprensible. Podían haberle sacado más jugo.
–Marie
Schrader: Una ladrona mentirosa que encuentra en el odio la
terapia de su desequilibrio. El personaje no tiene mucho más recorrido.
-El
resto de los personajes, aunque muy logrados, son mucho más planos, no tienen la
hondura dramática de los 5 principales. No cabe duda que Saul Goodman (Bob
Odenkirk) es para otra serie melodramática de calidad, que Gustavo Fring
(Giancarlo Esposito) resulta un malo arquetípico que lo borda; que Mike
Ehrmantraut (Jonathan Banks) tiene una
imagen de tipo duro inmejorable, o Tuco Salamanca y su tío en la silla de ruedas
y con la campana, o los amigos de Jesse, o la prostituta Wendy. Cuando una
serie o una película tienen calidad es
que el casting la tiene.
He
podido leer, en no sé qué web, que Vince Gilligan y Peter Gould están
preparando un Spin-off de Breaking Bad, se titulará “BETTER CALL SAUL” –Mejor
llama a Saul- y el protagonista será el abogado Saul Goodman –Bob Odenkirk- se
ha hecho público que los guionistas trabajan en una precuela, aunque otros dicen que podría ser al revés:
una secuela. Quiero imaginar que es la
sexta temporada de la serie, y que la vida de los personajes continua,
que el inexorable tiempo no ha parado,
que la muerte llegó para algunos y para otros un tiempo de espera, que la
supervivencia que dictan nuestros genes sobrepasa con creces a la tristeza, al
sonrojo, a la humillación, a la mala hostia, al odio, porque el ser humano es
una máquina para perpetuarse y la familia es el proceso evolutivo que lo
condiciona.
Imagino
a Skyler, 10 años después, recibiendo a su hija al volver del colegio, siempre
con una copa de más, demacrada, gorda, con esos ojos verdes devastadores que
cada vez lo son menos, disimulando sus depresiones y su adicción a las
pastillas. Cuida, también, de su hijo
Walter Junior, que va perdiendo
movilidad demasiado deprisa y ahora anda en una silla de ruedas. Sin otro recurso, viven de una beca que les ha
concedido Gray Matter Technologies –Materia Gris-, y si ambos recuerdan a
Walter se lo callan. De vez en cuando aparece por casa su hermana Marie,
siempre sola, siempre pidiendo dinero, siempre negando su ludopatía, quejándose
de la porquería de paga de viudedad de la DEA, no dice que se la gasta en las tragaperras de un casino
indio, y que su último novio le duro tres semanas.
En resumen: una serie extraordinaria que pasará a la historia de la ficción televisiva.
En resumen: una buenísima película de más de 50 horas.
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