CADA TARDE
Cada tarde
un viento huracanado
me estremece.
Son las sombras de todos los ancestros
y la línea final
de este viejo y siniestro Labordeta.
De mí no queda casi nada
y ellos, que se lo saben,
me asedian en las tardes de cierzo
como si nada quedara del recuerdo.
Se van. Nos vamos. Todos.
La esperanza se quedó arrinconada,
la libertad se tambalea
y todo lo que pensamos que un día llegaría
se ha quedado desierto en la memoria.
Tardes de fábula dorada
muertas en el secuestro de los días.
JOSÉ ANTONIO LABORDETA
”Yo siempre he mantenido que nosotros no aparecimos contra el franquismo, sino en un momento en que hay una pequeña libertad; más exactamente en el año 68 cuando Fraga llega al poder y se autoriza otro tipo de discos y Raimon o Llach, o yo comenzamos a grabar y dar recitales. Pues bueno, a partir de la muerte de Franco se decide que ya no servimos, y ése es un momento muy duro para todos. Otro de los temporales que he tenido que aguantar ha sido el del PSOE, que ha creído que íbamos a ser poco críticos con ellos. En un momento determinado dicen: ya dejaréis de cantar esas cosas tan tristes, hay que hacer algo más ilusorio….Bueno, el país no está para mucha ilusión, y cuando comienzas a hacer alguna crítica a la gente del PSOE parece que no les sienta bien. Seguimos entonces aguantando otro temporal, que es el de los viejos compañeros con los que has estado siempre y con los que en algunas ocasiones has inventado su propio camino, gente que ahora está en el poder y mira de otra forma distinta.”
Una entrevista a José Antonio Labordeta en los años 80 (parece de ayer)
Cuando el cierzo desciende y se alza la niebla,
toda la ciudad –mi Zaragoza amada- se cubre de palabras
que surgen del silencio hacia la nada.
Es entonces –el enorme Paseo
se hace suave y hermoso- cuando veo las cosas
como fueron: El niño, la explanada,
la vieja que vendía cacahuetes y almendras.
Pero cuando otra vez
el aire del Moncayo violentamente baja,
surgen los comerciantes
en paños y en alhajas
aupando a un tonto sabio
que viene a hablar del alma.
¡Ay mi ciudad
con tantos pedestales
cubiertos de anónimas palabras!:
¿A dónde te diriges?
Sólo tu espesa niebla
permite ver las cosas
igual que se veían en la infancia.
JOSÉ ANTONIO LABORDETA
“La ironía es la única manera de escapar del drama que se nos avecina
“España es una gran federación, pero se ha querido hacer un territorio unitario que ha resultado un gran fracaso.”
“Tenía 33 años y nunca había pensado ser cantante. De niño quería ser obispo”
“Un viejo me dijo que no subiera más a cantar, que eso era cosa de maricones”
“Como decía Miguel Delibes, yo siempre he sido un dudante”
“Este aparece abajo, a lo lejos, presidido por una de las torres mudéjares más hermosas de este viejo país, y eso que aquí hay muchas y muy bellas. Pero ésta estremece desde lejos por la altivez y, al mismo tiempo, la solidez. Es un denso octógono aupado contra el cielo, en una maravilla arquitectónica de la que sólo eran capaces aquellos albañiles moriscos y que hicieron en este pueblo obras de una hermosura ejemplar. Porque el mudéjar no es un arte espectacular, sino el arte de sacar belleza a la humildad. Y humilde son sus elementos arquitectónicos, y humilde su decoración, pero que al final dan un juego extraordinario. Muniesa tiene una calle mayor hermosa y sugerente. Un par de bellos edificios típicamente aragoneses con hermosos aleros te anuncian tiempos mejores, aunque en la actualidad este pueblo sea uno de los que buenamente se defienden contra todas las crisis que aquí les caen de golpe. (J. A. Labordeta - Aragón en la mochila, 1983)
“De Labordeta destacaría la fidelidad a su tierra. Es la poesía, tosca a veces, pero riquísima, y eso es la poesía, decir mucho en pocas palabras. Él es un gran conocedor de su país, un gran cantante, un gran comunicador y compañero” IMANOL
“Desde luego José Antonio Labordeta no es la higuera que se encontró Jesucristo, sino un árbol que ha dado buenos frutos. De todas las formas, no se qué decir de él porque todo lo que se dice de una persona se hace corto” PACO IBÁÑEZ
¿existe la raíz que nos oriente
en conmovidas cifras sin sentido ni olvido?
(Desnudo Entero, S.25) MIGUEL LABORDETA
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