La semana pasada oí varias noticias tocantes a la investigación espacial; sólo esto ya es digno de reseña, júbilo y admiración. Normalmente lo relacionado con el Espacio, exceptuando catástrofes o tragedias, pasa completamente desapercibido para los medios de comunicación generalistas. El ámbito de la cultura parece que no circunscribe telescopios, batas blancas y cohetes.
Observar:
-24 de Mayo del año 2008 la sonda Mars Phoenix Lander, después de haber recorrido la friolera de más de 56 Mll. de Km., se posa suavemente cerca del Polo Norte de Marte; con una precisión asombrosa. Su objetivo: excavar la superficie y analizarla. Uno de los comentarios que suscitó, en una conocida cadena de radio, fue preguntarse por la utilidad de gastar tanto dinero buscando Marcianos.
-5 días después, el 29, la noticia era que el retrete de la ISS (Estación Espacial Internacional) estaba roto y obviamente los astronautas lo iban a pasar mal.
-El sábado siguiente, día 31, el Discovery volvía a despegar desde Cabo Cañaveral rumbo al Espacio, la reseña fue que viajaba al Espacio Buzz Lightyear (un muñeco de la película Toys Store)
La NASA es una empresa pública del gobierno de los Estados Unidos que vive del dinero de los impuestos. Desde los años 60 han sufrido múltiples avatares, incluyendo grandes triunfos y fracasos absolutos. Conocen la importancia de la repercusión mediática de su trabajo y actúan en consecuencia. Saben asociarse con Disney en beneficio mutuo; saben darle el punto de peligrosidad e intriga a las misiones; saben que es necesario vender los beneficios posteriores de sus investigaciones. El problema viene cuando este material lo tienen que digerir las agencias de prensa, las televisiones privadas y los periódicos gratuitos, entonces topamos con la realidad.
Pienso que la política sirve para algo (soy un ingenuo) se supone que ahorma a las sociedades humanas. Hoy es una palabra vituperada con motivo, pero que nos retrotrae a los intentos por organizar las tribus primigenias. Sin duda la política es responsable del avance del conocimiento y también de su retroceso. Es un concepto paradójico en extremo, y sin embargo en el recae la responsabilidad de nuestra existencia como colectivo. Es evidente que los genes inventaron la política. Parece que a los genes les interesa que aváncenos en el pensamiento y en la tecnología.
Percibo que los hombres y mujeres que nos ha tocado vivir en los albores de la Era Espacial no podemos ni imaginar la importancia de este instante en el acontecer futuro. Se nos escapa la trascendencia de este paso de gigante.
También es curioso observar lo poco que tratamos temas cercanos a la frontera del conocimiento. Lo constato y comparo con lo fácil que es hablar de temas relacionados con la cultura. Esta bella y polisémica palabra ampara bajo su manto toda una serie de facetas de muy diversa índole, desde el mero espectáculo frívolo y chorras, hasta el sesudo devaneo ininteligible; todo lo cubre y lo impregna de esa mágica aureola de lo correcto y de moda. El mundo de la ciencia y la divulgación parece que escapan a esta cobertura, entran en otra muy diferente la relacionada con el estudio, el trabajo, lo demasiado formal y el rollo patatero. ¿Por qué ganan siempre los Joyce, Truffaut, Miró, Voltarie a los Kepler, Bohr, Koroliov o Hawking? ¿La investigación espacial no es espectacular? ¿La ciencia no es la parte de la cultura que intenta explicarla?
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