En
la Iglesia de Santa Isabel de Portugal, conocida por muchos como la Iglesia de
San Cayetano, se hallan los restos óseos de don Juan de Lanuza y Ximénez de Urrea
(1564-1591) era el político que ocupaba el cargo de Justicia de Aragón durante la rebelión
aragonesa de 1591, y en el ejercicio de su competencias fue ejecutado por
anteponer la legalidad al absolutismo de Felipe I de Aragón.
La
Iglesia de Santa Isabel es un templo de estilo barroco, con una extraordinaria portada
de alabastro que terminó de erigirse en 1704, la obra había sido sufragada por la
Diputación del General del Reino de Aragón cuatro años antes de su abolición debido
al resultado de la Guerra de Sucesión Española, dónde los países de la
histórica Corona de Aragón tomaron partido por el Archiduque Carlos y
perdieron.
La
fachada está plagada de símbolos aragoneses, es apología de un país que estaba
a punto de ver morir sus instituciones y sus leyes (su Constitución y su Gobierno en palabras de hoy,
obviamente no comparables con los estados democráticos actuales, pero el
Derecho de Manifestación, la figura del Justicia de Aragón y sus
Lugartenientes, o la anteposición de leyes y costumbres frente al derecho
divino de los reyes, son cimientos del Hábeas Corpus, de la Constitución de los Estados Unidos, o de la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada
por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789)
Tras
los Decretos de Nueva Planta por los que se abolían las leyes e instituciones
propias del Reino de Aragón y se aplicaban
las leyes de Castilla, el templo pasó a depender de Cabildo Metropolitano de
Zaragoza y de la Orden Teatina (Cayetano de Thiene fue el fundador) hasta que
en 1835 la desamortización de Mendizábal puso a la venta el edificio. En 1842 pasó
a ser propiedad de la entonces recién creada Diputación Provincial de Zaragoza. El
usufructo de la iglesia se otorgó a la antiquísima Hermandad de la Sangre de
Cristo.
Los
restos del Justicia Mayor habían descansado en el convento de San Francisco,
pero fue destruido durante los Sitios de Zaragoza, entonces el Ayuntamiento de
la ciudad los guardó en sus almacenes, como no parecía un lugar relevante, el
17 de octubre de 1914 eligieron depositarlos en la Iglesia de Santa Isabel con
una lápida conmemorativa. A finales del siglo XX se realizaron unas importantes
obras de restauración del edificio y provisionalmente los restos del Justicia
recalaron de nuevo en el Ayuntamiento, hasta que el 20 de diciembre de 1994,
como narra en este fragmento Marino Faci Ballabriga en su libro Crónica del Justicia de Aragón D. Juan de
Lanuza V (1563/4-2000) editado por El Justicia de Aragón en colaboración
con IberCaja el año 2000:
“Tras
comunicarle el acuerdo al titular del Justiciazgo, D. Juan Monserrat, se
consideró como día más apropiado para hacer entrega de la medalla y el diploma
acreditativos el martes, 20 de diciembre, fecha en que se cumplía el 403
aniversario de la decapitación del D. Juan de Lanuza y en que se celebraba el
acto institucional. Se encontraban ya dentro de la Real Capilla de Santa Isabel
las numerosas autoridades e invitados cuando, a los acordes de la “Marcha de
los Reyes de Aragón” portada por cuatro Hermanos Receptores, salió de la
sacristía la urna con los restos de D. Juan de Lanuza y, con idéntico trayecto que
el seguido tres años antes, se colocó en el centro del templo en un túmulo
cubierto por el denominado “paño de los muertos” de la Hermandad de la Sangre
de Cristo.”
“Espartano
valedor de los fueros aragoneses y desdichada victima à rebours de las conjuras palaciegas de Antonio Pérez, se juzgó a sí
mismo en el momento de subir a la peana de su inicua decapitación. Traidor,
dijo el noble baturro, no; mal aconsejado, sí. Pero tan aguda disyunción, que
en la Alejandría de Orígenes hubiera bastado para salvarle la cabeza, entre los
inquisidores y militarotes de nuestro rey Felipe que Dios guarde no suscitó ni
tan siquiera la comisura de una sonrisa.” Fernando
Sánchez Dragó –La España mágica. Epítome de Gárgoris y Habidis. (1983)
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