miércoles, 1 de diciembre de 2021

FUNDACIÓN (que Asimov les perdone)

 


        Una serie Apple TV+ que deshuesa una novela desde la corrección política, la ideología de género, y la visión moñas del mundo.

HARI SELDON — … Nació el año 11988 de la Era Galáctica; falleció en 12069. Las fechas en términos de la Era Fundacional en curso, como…/ /…Se llamaba Gaal Dornick y no era más que un campesino que nunca había visto Trántor.

Así comienza la serie de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov en 1951, leí la primera novela en 1989, y sin solución de continuidad, todas las siguientes. Me enganché, algo que no ha ocurrido con su traslación a una serie de televisión de pago. Y eso que la esperaba con ansiedad desde el momento que anunciaron su rodaje, quería recobrar las sensaciones de mi lectura, el viaje de la imaginación, lo que hace grande al cómic de fantasía; y es que la buena ciencia ficción, es decir la de Asimov o Clarke, es capaz de imbuirte en hipotéticos lugares futuros como si los estuvieras viviendo.

La serie de Apple TV+ es una serie cara, con buena fotografía y banda sonora, está última de Bear McCreary (el mismo de la sensacional Black Sails) y el reparto cuenta con Jared Harris como Hari Seldon, protagonista en Chernobyl o The Terror, y una extensísima colección de memorables actuaciones; la otra pata que sostiene la serie es Lee Pace, El Hobbit y las series de culto como: Halt and Catch Fire, y Pushing Daisies; también aparece Clarke Peters, actor de las magistrales The Wire y Treme de David Simon, pero en esta ocasión hace un cameo fallido, insulso y con calzador. El resto del casting deriva de la corrección política y por lo tanto es de difícil calificación, no trasmiten gran cosa, y no mejoran en absoluto los personajes que desencadena la imaginación de cualquiera que haya leído las novelas.

Sucintamente: La serie Fundación de Apple TV+ es una falta de respeto al autor. Sin duda no es la primera vez que unos “creadores” realizan una personal adaptación televisiva de una buena novela y la venden a una cadena con ganas de gastar pasta. Algunas veces lo hacen bien e incluso superan una novela mediocre, en esta ocasión el resultado es una chapuza de dimensiones galácticas.

Es obvio que los herederos de Asimov han hecho caja, y que el mismo Asimov de carne y hueso puede que hubiera mirado para otro lado. Asimov fue un autor original y de éxito, y una mina para los editores, de pluma rápida para al mejor postor, desde folletines publicitarios de agricultores o dentistas, al Playboy, o en revistas de divulgación para leer en el tren. Con su nombre en letras gigantes aparecieron gran cantidad de libros de bolsillo sobre temas de lo más variado, sobremanera de ciencia e historia, Asimov (y compañía, lo contrario es imposible) era una auténtica fábrica en serie o sobre pedido, con grandes aportaciones como Introducción a la Ciencia y grandes errores como en aquel artículo de principios de los ochenta sobre informática donde auguraba que no manejar el lenguaje de programación Basic a finales de siglo XX sería ser un analfabeto funcional.

        Los escritores merecen un respeto, si Asimov dice que: “Era viejo y casi calvo y cojeaba ligeramente, pero tenía los ojos penetrantes y azules.” (Fundación. Isaac Asimov,1951, pág. 21), describiendo a Hari Seldon, ¿por qué los responsables de una serie de TV no lo respetan?, si Trántor es una ciudad que ocupa un planeta entero y tiene techo, ¿no es una imagen suficientemente visual como para reproducirla en pantalla?, luego está la utilización de conceptos de otros autores, como el ascensor espacial de Arthur C. Clarke, y destruirlo en un atentado a la manera del 11-S.

En resumen: la serie disipa un fuerte hedor a incapacidad y a miedo al fracaso económico, como si las viejas novelas magistrales pudieran ofender a los  nuevos pijos que desean escribir la realidad de nuestras vidas.