El mayor ataque a la democracia desde el 23 de Febrero de
1981.
Los supremacistas junto a una parte de la izquierda marginal, filo-terrorista
y antisistema (pro-dictadura estalinista) ha aprovechado con éxito los lavados de
cerebro de la época Pujol y sus medios de comunicación, el victimismo, la
crisis y la corrupción (que en Cataluña, y por parte de los gobernantes
catalanes, tuvo y tiene tal vez el foco más evidente de Europa, exceptuando Albania
y Sicilia)
Un intento seudo-fascista de cargarse 40 años de democracia
y progreso.
Nunca España, ni con monarquía o república, ni en el Trienio
Liberal, ni con los Ilustrados, ni con la
Corona de Aragón o la de Castilla, ni en el Reino de Aragón, ni en el de Navarra,
y menos los condados y reyes de taifas, con godos y antes con romanos, con íberos, salduvienses o celtiberos; nunca en la historia de esta península,
repito: NUNCA hubo en esta parte del sur del continente europeo una época de
tanta prosperidad.
Pero hoy un grupúsculo de integristas quiere acabar con las
libertades, con el estado de derecho, con la democracia social y con la
igualdad de los ciudadanos.
Por supuesto debemos reconocer defectos, muchos defectos,
vivimos en una sociedad imperfecta, pero ¿existe la sociedad perfecta? ¿dónde
atan los perros con longanizas? ¿en Cataluña? ¿seguimos creyéndonos las utopías
de los políticos del siglo XIX y principios del XX? ¿seguimos creyendo las
falacias de Hitler, Franco, Mussolini, Stalin, Arana, Companys, Chaves, Maduro, Kim Jong-un, y
de los aprendices: Pujol, Mas, Puidemont y Junqueras?
No es posible encontrar otros 40 años dónde la democracia,
la paz y el crecimiento económico hayan logrado alcanzar unos niveles dignos.
Siempre podremos quejaremos, llorar por
la injusticia y existencia de ricos y pobres, de sanos y enfermos, de ovejas y
leones; también porque no sea imperante la tradición y la cultura aragonesa o
catalana o valenciana, como tampoco lo es la castellana, la asturiana, la
vasca, la andaluza o la gallega. Podemos quejarnos porque el cielo es azul y no
rosa, porque tú no me gustas y mandas, porque quiero mandar yo y no me dejan,
porque el poder está en Madrid y no en Barcelona.
Mientras, el supremacismo pan-catalanista está reescribiendo
la historia, y lo que todavía es más grave: No devolviendo lo que no es suyo,
robando es la palabra.
Cualquier Estado Democrático
tiene la absoluta legitimidad y obligación de actuar contra este intento de Golpe
de Estado.
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