martes, 14 de octubre de 2025

EL RÍO DE LA DESOLACIÓN. Un libro de Javier Reverte.

 


Tal vez el último escritor de viajes con éxito.

Es un hecho que el telégrafo no mató la literatura de viajes, ni la radio, ni el cine, ni tan siquiera la televisión, hasta que llegó internet.

Pero todavía en los años 80 y los 90 del pasado siglo se vendían libros a destajo, al tiempo que se asentaban las democracias, aumentaba el nivel de vida, las empresas estales reajustaban sus plantillas, y terminaba eso del mismo trabajo hasta la jubilación, la garantía funcionarial del sustento, los derechos adquiridos, los trienios y aguinaldos (no creo descubrir que es la cuestión putativa de casi todo) por otra parte saltar de una redacción de periódico  a ser freelance (buscarse la vida encontrando noticias o publicar en las editoriales) es una actividad recurrente desde Balzac por lo menos. Y aquí Javier Reverte, que intentaba ser un profesional de la escritura de autor sin conseguirlo, tuvo la epifanía de maridar con arte literario el viaje y los viajeros, y logró la originalidad suficiente para vender un porrón de libros corriendo los lugares que pisaron los exploradores del siglo XIX, los románticos de las fuentes del Nilo, la  búsqueda del reconocimiento y la fama por la aventura, pateando las huellas de los adinerados y ociosos ingleses que recorrían el mundo solo por placer, capaces de sufrir lo indecible para soslayar su prepotencia. Javier Reverte mamó aquella literatura, igual que yo, a Richard Burton, John H. Speke, Henry Morton Stanley (que también estuvo dando noticia en la revolución de 1869 en Zaragoza) David Livingstone. Y por supuesto rescató del olvido (olvidar, algo tan nuestro) al misionero jesuita Pedro Páez, que ya en 1618 encontró el nacimiento del Nilo, cosa que los británicos desconocían o quisieron desconocer. 

Reverte viajó emulando aquellas románticas aventuras y encontró por fin a los lectores dispuestos a comprarlas. El sueño de África (1996) y Vagabundo en África (1998) es eso, obras que pasaran a la historia de la literatura por sí mismas, lo demás son anticipos con cheques al portador, repetir lo que se vende y que la máquina sigua produciendo, y así Corazón de Ulises (1999, nueva versión de una obra anterior de 1973) no me entusiasmó, y tampoco Los caminos perdidos de África (2002) era más de lo mismo. Y tampoco el que acabo de leer: El río de la desolación. Un viaje por el Amazonas (2004) da la impresión en sus páginas que viaja con desdén, por obligación, con el culo pelado de tanto trajín, le falta la pasión que tuvo en África, y para colmo pilla una malaria que casi le manda al otro barrio, que viajar también es peligroso (algo que parecen ignorar los youtubers) Por desgracia, fue un cáncer de hígado el que se lo llevó de este mundo en 2020.

En resumen, puestos a leer a Reverte y a cualquiera, siempre los primeros, salvo que tengas fidelidad al autor, como es mi caso, y coincidas con él en lecturas y vivencias, aunque discrepes (siempre con la duda por delante) en esa visión anglosajona de la historia y en creerse a pies juntillas las cifras que nos da wikipedia.

Que viajar también es leer. A fin de cuentas, la vida es un viaje constante en el tiempo, y la literatura captura esos precisos momentos y los mantiene hasta que alguien los vuelve a encontrar pasando las páginas de un libro.

Pág. 19.- “Creo que alentaba la sensación de que el río tenía resuelto escupirme en un gigantesco lodazal, sobre un charco repleto de basuras.”

Pág. 89.- “Podíamos verlos en el instante en que, con lentitud, se desgajaban del suelo, sangrando cuajarones de barro rojo y negro, como muelas podridas arrancadas con violencia de las encías de la tierra por las pinzas de un dentista insensible al dolor.”

Pág. 94.- “Sin duda la patria es un orgullo banal, crezca sobre la tierra que crezca, sobre la pobreza o sobre la abundancia.”

Pág. 116.- “Y digo bien, porque en aquella noche se unieron ante mí los dos sentidos del término escatología, según señala el diccionario de la lengua española: la referencia al mundo de ultratumba y la que aluda a los excrementos humanos.”

Pág. 117.- “Pero a mí me gusta más su Pantaleón, la historia del militar que debe organizar la forma de atender en sus necesidades sexuales a las tropas diseminadas en puestos perdidos de la selva, alrededor de Iquitos.”

Pág. 151.- “Pero la gran revolución sobrevino en 1839, de manos de Charles Goodyear, un norteamericano que inventó la vulcanización, combinando el azufre con la goma elástica y logrando que ésta conservara su flexibilidad, sin que le afectasen los cambios de temperatura.”

Pág. 152.- “…el francés Edouard Michelin ideó el primer neumático desechable. Goodyear, Dunlop, Michelin y, junto a ellos, otros cuantos magnates, fundaron empresas de recolección, producción e industrialización del caucho entre los años 1884 y 1900.”

Pág. 206.- “En síntesis, las reducciones trataban de unir en pueblos y caseríos a las etnias nativas diseminadas por las selvas para hacerlas autosuficientes.”

Pág. 307.- “Não bebía nem fumaba.”

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