Mi vida en Escocia: Sus gentes, paisajes y cervezas. Néstor Gascón (Independently published, 2022)
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50.- “Uno de los fondos, estaba repleto de aficionados del Celtic, ataviados
con emblemas y banderas irlandesas, mientras que los aficionados más radicales
del Hearts, ubicados justo debajo de mí, portaban emblemas y banderas británicas.
Nadie llevaba ni la cruz de San Andrés escocesa ni nada escocés. Cosas del
futbol, la religión y la política.”
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100.- “No hay nada como ver la vida con optimismo y disfrutar del momento.”
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158.- “No era el típico paisaje irlandés con pequeños promontorios vestidos con
el verde intenso sobre el que pastan libremente las vacas, sino que recordaba
más al agreste paisaje de las Highlands escocesas, con montañas más imponentes
y la escasa vegetación de colores marrones.”
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194.- “Después del agradable paseo, entré a uno de los pubs del pueblo. Allí probé
una cerveza local, llamada Scapa Special, tipo Pale Ale, servida a temperatura
ambiente, con ligero tostado y sin gas. Se hace empalagosa al paladar y,
además, finaliza con un fuerte postgusto amargo, muy recomendable.”
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200.- “El conductor, no me dijo que me pusiera en el asiento más cercano al él
por capricho o para mantenerme vigiado. Lo hizo para ir contándome información
sobre los lugares por los que íbamos pasando.”
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208.- “No sabía que había una señora mayor detrás de mí esperando para pagar,
pero al ver que estaba allí, ella sonrió con orgullo al haberme escuchado hablar
tan bien de su sociedad y paisajes. Nos despedimos y el dependiente me dijo que
ojalá siguiera disfrutando de mi experiencia.”
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233.- “Pagué lo que ponía en la etiqueta, dejando el precio dentro de una caja.
Había un recipiente con monedas por sí algún cliente necesitaba cambiar dinero
para pagar lo que adquiriese. No había nadie más, así que marché con mi queso.
Es más que digno la confianza que tienen en esta parte del mundo en los clientes,
ya que dan por hecho que van a pagar con la mejor honestidad del mundo.”
Un
diario personal fresco y auténtico, emotivo y entrañable, entusiasta en muchos párrafos,
cuando el viaje no es el fin y lo es el camino; en su momento se llamó viaje
iniciático (también lo era “la mili”) la experiencia necesaria que, de una
forma u otra, queriendo o sin querer, hicimos o haremos en la vida.
Leyendo
recordé eso, y saboreé las vivencias de la Escocia profunda, de sus rudos paisajes,
del return to Kintail de Alasdair Fraser y Toni McMnus (la música celta
desde el corazón y la tradición escocesa, aparece en el disco que tantas veces
escuché) del trato con las gentes y los nuevos amigos.
Es
lo que creo, que en el viaje de verdad te buscas a ti mismo, y a veces tienes
la suerte de encontrarte. “Un barril en la Mochila” desprende esa filosofía, y transmite
la primera impresión, el descubrimiento del horizonte en lo cotidiano y en la
hospitalidad con el viajero (esto lo diría Saramago en su viaje a Portugal) y en las personas que
topamos, no en los aeropuertos o en los hoteles, sí en la calle y en los bares,
añorando el espíritu mochilero de la Guía Trotamundos o de Lonely Planet,
siempre contrarios a los guiris que acumulan millas en los vuelos baratos.
Recuerdo
a Javier Reverte diciendo que los libros se escriben con el trasero (y se ganó
la vida así) pero esa “técnica” tiene sus detractores, los que delante de un
teclado no desean perder las sensaciones que tuvieron a flor de piel, ni la
vivencia de lo espontáneo y menos el vuela pluma que estuvo en la mente, y por
supuesto los litros de cerveza vertidos para poder escribir de ellos.
Brindo
por ese santo empeño.
Brindo
por y con el autor.
Bravo
Néstor.