No
recuerdo cuando le vi por última vez fuera de la tele y la corbata, fueron demasiadas
añadas sin saber de él, tal vez por mi desencanto del partido y la política; y
aun con todo, su presencia no andaba lejos, como si fuera ayer el PSA, y los 80,
la vuelta de la mili, como si lo viera por la sede de Juan Pablo Bonet 14, por
las angostas escaleras hasta el primero izquierda, con su eterna sonrisa, su gesto
amable, su entusiasmo. Y añoro su perfecto francés, sus palabras enconadas, su
oratoria, y también su valía; y hasta nuestro empeño por empujarle al paso,
y con él, al abuelo.
Sí
recuerdo por qué no estuve en la asamblea que fundó Unión Aragonesista, y por
qué entré al poco, y recuerdo pegar carteles en Utebo, y recuerdo la furgoneta que
se llevó la grúa por mi culpa, y recuerdo dibujar pegatinas horribles, y el
Purnas, y la desilusión con los votos. También recuerdo el éxito, pero eso
menos… yo ya no estaba.
Nos
queda, nos quedará el recuerdo, su obra, su discurso y sus escritos, y entre
ellos encuentro, sin necesidad de rebuscar demasiado, un artículo que publicó
el periódico EL DÍA en diciembre de 1986. Si no tuvisteis la suerte de conocer
a CHESÚS BERNAL, leerle.