Son ya siete el número de fallecidos provocados por el
tranvía desde su funesta inauguración en el año 2010.
Belloch, PSOE, CHA, IU aplaudieron; PP y PAR miraron para
otro lado (en el poder hubieran hecho lo mismo) Podemos y Ciudadanos al sol que
más calienta, como en tantas otras cosas.
En los últimos 13 meses son ya 4 los muertos. Un invento de
finales del siglo XIX que no frena, sí, digo bien, del siglo XIX; que nos vendieron
como si estuviese recién sacado del horno de Silicon Valley. Y lo que es peor:
los zaragozanos lo compraron, igual que a Tony Leblanc las estampitas.
Nadie miró costes reales, ni comparó precios, ni se informó
sobre el granito de importación, o las marquesinas de diseño, tampoco por las comisiones,
ni por la desarticulación de una ciudad, o las subvenciones perpetuas y las
hipotecas futuras, menos aún por los accidentes y las preferencias tan
absolutas que hasta las ambulancias deben parar, o por las frecuentes averías y
la incomodidad y el ruido a los vecinos, y en absoluto por el atasco
intencionado.
¿Cuántos muertos necesitamos?