Los acomodados nunca se enfrentan al poder. No les interesa, no es rentable; acaso se apuntan cuando el carro ya va solo y cuesta abajo.
En el mundo rural aragonés no se puede faltar a la palabra dada. Las gentes del país no entendemos ni perdonamos que no se cumpla con lo dicho. Nos criaron así y prou. También nos inculcaron que la ley se escribe en piedra. Parte de nuestra idiosincrasia es el DERECHO y por ello nuestro carácter glorifica y salvaguarda la legalidad a toda costa. Juan de Lanuza es el símbolo máximo. Recordad el viejo refrán aragonés: “Callen barbas y hablen cartas”
Vivimos en un mundo en transformación constante, donde la noticia de ayer ya no es noticia. La vorágine ciudadana desequilibra nuestros atávicos conceptos, tal vez sea esa la cuestión, tal vez me equivoque de legua y la mentira y la traición sean ahora motivo de elogio. Perdonarme, pero eso es lo que he visto las últimas semanas en Aragón.
Escucho al portavoz de la Plataforma en defensa de l’Ebre (PDE) sus palabras son claras, no admiten disquisiciones. Con datos fundados, con la verdad por delante y sin resquicio a la duda; no da posibilidad a la justificación miserable. También escucho a otros que una vez predicaron bajo el cuño de la novísima cultura del agua (no se porqué incluidos en las listas de CHA) y vuelvo a alucinar, ¿estómagos agradecidos?
Nos han vuelto a traicionar; ya he perdido la cuenta de las veces. El partido en el poder, creado para tocar poder, para saborear el poder. Donde hay tantos trepas por metro cuadrado que tienen que fregar los techos. Saturados de ex-lideres vecinales, de ex-boicoteadores de asambleas autonomistas, de ex-sindicalistas verticales; de toda una amalgama con escrúpulos diluidos en el frenesí de la EXPO que todo lo salva.
Es conocido que en las carreras de caballos a algunos se les penaliza con un handicap. Que ahora esa carga la tiene en Aragón el PP, y que si pasa a los lomos del PSOE es suficiente para impedir continuar tocando poder. Saben que se la juegan.
En este país cambiar de criterio sin admitir el error previo tiene muchos nombres. Ellos nunca dirán que rectifican, nunca que desandan, menos que reculan. Pero muchos ciudadanos que se creyeron, a pies juntillas, lo del voto útil en Marzo ya no pueden cambiarlo. Otros muchos nunca votamos al PSOE (por supuesto) pero nos manifestarnos, no se cuantas veces, en Zaragoza; también en Amposta o Barcelona; gritamos en las calles de Madrid y pillamos una buena chopa en Bruselas. ¿Quién puede evitar sentirse estafado?
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